El agua que proviene de la naturaleza contiene determinados componentes, como el calcio (la cal), que en cantidades elevadas son perjudiciales para la salud y además, generan problemas de funcionamiento en las instalaciones de ACS (termos eléctricos, acumuladores, interacumuladores o depósitos de inercia) y en las de las tuberías por las que circula el agua con cal. Elegir un buen equipo y realizar un mantenimiento adecuado son las claves para combatir este «enemigo silencioso».
La dureza del agua con cal
El factor determinante para las incrustaciones calcáreas que sufren las instalaciones depende del nivel de dureza del agua, es decir, el nivel de concentración de compuestos minerales que hay en el agua, en particular sales de magnesio y calcio. El agua conocida como “dura” tiene una elevada concentración de sales y calcio y el agua “blanda” presenta una menor concentración. Existen varios niveles de «dureza». En España, según el lugar encontramos aguas blandas, aguas duras intermedias, aguas duras y aguas muy duras. Por lo general, las zonas de costa son las que presentan las aguas más duras. El efecto más conocido en lugares en los que el agua de abastecimiento presenta una elevada dureza es la formación de incrustaciones de cal.
Es importante conocer la dureza del agua del lugar donde vivimos lo que nos permitirá ajustar el funcionamiento de determinados electrodomésticos que ofrecen dicha posibilidad (sobre todo lavadoras y lavavajillas). En el caso de los equipos de Agua Caliente Sanitaria (ACS), los profesionales nos asesorarán sobre el mejor equipo a instalar teniendo en cuenta las especiales características del agua de la zona.
Lo más importante es saber que cuanto más dura sea el agua, más cal tendrá y, por lo tanto, mayor riesgo de que los depósitos de cal se acumulen.
Además de la acumulación calcárea, otro efecto negativo de la cal es que, por ejemplo en los termos, impide la correcta transmisión del calor de la resistencia al agua lo que incrementa la disolución del ánodo de magnesio. Es decir, la cal puede estropear los equipos y además reducir la eficiencia energética aumentando la factura eléctrica. Ten en cuenta que tan sólo un milímetro de cal incrustada nos hace perder un 8% energía.
¿Qué hacemos con el problema de la cal?
Respecto al ACS, la cal es un problema inevitable frente al que hay que combatir con prevención, asesoramiento profesional y elección de equipos adecuados.
- Asesoramiento. Dejarse asesorar por un profesional es el factor más importante. En función de nuestras necesidades y demanda de ACS y del tipo de agua, nos ofrecerá las opciones más adecuadas.
- Equipos de calidad. Lo barato puede salir caro y, más cuando hablamos de cal. Por ello es fundamental elegir marcas reconocidas que garanticen una durabilidad y resistencia a las incrustaciones adecuada.
- Características de los equipos en función del tipo de agua.
- Resistencias: En el caso de termos eléctricos, acumuladores o interacumuladores, es importante elegir un tipo de resistencia adecuada; blindada en el caso de la mayoría de tipos de agua o cerámica envainada, que no está en contacto directo con el agua (a diferencia de la blindada) y evita el efecto corrosivo además de poder ser sustituida más fácilmente.
- Revestimientos de la cuba. Según el material con el que estén fabricadas las cubas, la resistencia a la corrosión será mayor o menor. Existen materiales como el acero revestido, el inoxidable o el vitrificado – el más resistente hasta hace poco- Actualmente el material más resistente es el INOX DUPLEX 2205, instalado en los equipos de última generación por ejemplo de Greenheiss que incorpora varias ventajas que lo convierten en la opción preferente.
- Instalación de descalcificadores domésticos que reducen el nivel de cal y alargan la vida de los equipos.
- Mantenimiento y prevención. Una vez que hemos instalado el equipo, debemos realizar un mantenimiento profesional que garantizará su durabilidad y perfecto estado, detectando a tiempo incrustaciones de cal, antes de que los daños sean irreversibles.