Aunque no es un tipo de energía conocida por todo el mundo, el aprovechamiento de la biomasa forestal permite obtener energía mediante este combustible natural, que proviene directamente de todas las consecuencias derivadas de la explotación forestal y mantenimiento de los bosques a base de podas y el cuidado y limpieza de los espacios forestales con sobrepoblación de árboles, ramas y otros residuos orgánicos.
Dentro de este grupo, la biomasa también está formada por otros tipos de desechos generados por la misma industria forestal a partir de aserraderos, industrias de transformación, fabricantes de productos que utilizan madera como base, el corcho, pasta de papel, etc.
Una vez puesta la información sobre la mesa, ¿cómo se puede aprovechar la biomasa forestal para nuestro beneficio?
El uso de la biomasa forestal
Parece poco probable, pero utilizar la biomasa forestal como método de combustión es totalmente posible, tremendamente ecológico y una posibilidad cada vez más contemplada por los hogares para evitar el gas químico o los procesos artificiales que producen calor.
Para poder aprovechar este tipo de proceso natural debemos poseer una caldera de biomasa, las cuales son las únicas que pueden quemar y aprovecharse de dicho biocombustible para generar calor y transmitirlo tanto por el circuito del agua como por el de la calefacción.
Este tipo de calderas también disponen de un depósito para almacenar la biomasa forestal, donde un alimentador conduce todo el combustible hasta la caldera en sí. La ceniza producida durante dicho proceso, si bien es mínima, queda recogida por el mismo depósito para que después podamos tirarla al contenedor orgánico.
La cosa está en qué tipo de biocombustible nos interesa utilizar en estos contextos, pues hay varios a tener en cuenta. Veamos cuáles son los tres tipos principales de biocombustible para calderas:
Tipos de biocombustible
Si bien el concepto del biocombustible puede abarcar un amplio catálogo según el contexto donde quiera ser utilizado, en el caso de aplicarlo a las calderas nos debemos basar en tres tipos en concreto, pues son los únicos que funcionan correctamente en los depósitos internos de dichos mecanismos, maximizando así el aprovechamiento de la biomasa forestal.
Estos tres tipos de biocombustible son:
- Astillas: Uno de los materiales vegetales más comunes, los cuales se pueden formar de manera natural a partir de triturar trozos de madera de 2 a 10 cm de largo. También se pueden obtener a partir de puntas o maderas de diámetro pequeño que no tengan una salida comercial.
Las astillas producen el mejor biocombustible para muchos tipos de calderas de biomasa.
- Pellets: Estos residuos vegetales provienen de la limpieza forestal e industria de la madera, pues es otro material triturado a partir de restos no utilizables en el mercado.
Su proceso para convertirlo en biocombustible se basa en secarlo para poder disminuir el nivel de humedad y, finalmente, prensarlo y comprimido en cilindros de 1,5 a 2 cm de longitud y entre 6 y 8 de diámetro. Esto resulta, obviamente, en un combustible de baja humedad, inferior al 12%, pero de elevada densidad y regularidad material.
Gracias a ello, los pellets disfrutan de un elevado poder calorífico de entre 4.000 y 4.5000 kcal/kg, un biocombustible muy potente, perfecto para proporcionar calefacción muy eficiente con las calderas de pellets.
- Briquetas: Este concepto define cuando un trozo de madera u otros materiales vegetales son comprimidos a alta presión, de forma que se obtienen así unidades compactas que pueden ser utilizadas como un biocombustible muy práctico.
Estrategias para promover el aprovechamiento del biocombustible
Gobiernos como la Generalitat de Catalunya han renovado recientemente la estrategia para el aprovechamiento de la biomasa forestal y agrícola, cuyo objetivo se basa en seguir basando el uso energético de uso térmico exclusivamente, o prácticamente, en recursos renovables de proximidad.
Esta renovación nace de la estrategia aprobada en 2014, la cual estableció nuevos objetivos con la intención de focalizar recursos y políticas económicas para alimentar este modelo energético y ecológico del presente y futuro más próximos.
Ahora, este nuevo modelo de 2021 pretende seguir incorporando objetivos para seguir avanzando en el uso de la biomasa forestal como recurso energético, intentando plasmar en la sociedad los claros beneficios que eso significa.
Dicha estrategia continuará dando prioridad a los recursos y usos térmicos de la biomasa forestal para adaptarse al nuevo entorno legislativo europeo y catalán, el cual, en los últimos años, ha intentado encontrar todas las maneras posibles para hacer frente al cambio climático, intentando transformar así la economía de la comunidad.
Eso también implica cambios en el modelo energético para poder gestionarlos mejor y darles mayor utilidad orgánica y menos industrial o nuclear.
Todas las medidas van dedicadas a la explotación máxima de este recurso, creando una sociedad y crecimientos sostenibles capaces de, algún día, poder sustituir todas las energías térmicas y tóxicas por combustibles naturales y no fósiles, dando paso a un mundo más limpio y puro.
Esta revisión estratégica previene llegar a consumir hasta 730.000 toneladas anuales de biomasa para el final del primer período, instalando así equipos y calderas hasta llegar a una potencia de 844 MW.
Gracias a estrategias como estas, desde el año 2012 se ha incrementado en un 81% el consumo de este tipo de recursos renovables, potenciando así vivir de la proximidad y no de las energías nucleares.
Estas serían las metodologías más comunes para poder aprovechar la totalidad de la biomasa forestal, pudiendo así transformar miles de hogares y sistemas de calefacción y agua para que solo funcionen a partir de la combustión de materiales totalmente reciclables y que acabarán en un vertedero si no se les saca un rendimiento real.